Ciclo sexual femenino

 Desde el principio de la pubertad, hasta el climaterio o menopausia, la mujer experimenta normalmente modificaciones cíclicas en las que participan la hipófisis, el hipotálamo, los ovarios y el útero, denominados en su conjunto ciclo sexual femenino. Este prepara al sistema reproductor para el embarazo y está bajo el control directo de la hipófisis. El ciclo sexual comprende, a su vez, el ciclo ovárico y el ciclo uterino. (Fig. 1 y 2)


Ciclo Ovárico


El ciclo ovárico comprende las fases folicular y luteínica:

1. Fase folicular: se inicia por la acción de la FSH y se caracteriza por aumento del estrógeno en el folículo que alcanza la concentración necesaria para que se produzca una LH preovulatoria. La FSH también estimula la maduración de las células foliculares (granulosas) que rodean al ovocito.

A su vez, la proliferación de estas células se mide por el factor 9 de diferenciación del crecimiento
(GDF-9), un miembro de la familia del factor beta de crecimiento de transformación (TGF-β). La meiosis I concluye, posiblemente, porque ya no es inhibida por el folículo. Se elimina el corpúsculo polar I, dejando un ovocito secundario (22 X) el cual es liberado y expulsado por la ruptura del folículo, ocurriendo de esta forma la ovulación.


2. Fase luteínica: se caracteriza por la formación de un cuerpo lúteo (luteinización), la cual es iniciada por la LH y un aumento de los niveles de progesterona.



Ciclo uterino


Se caracteriza por la fase menstrual, la proliferativa, la secretora e isquémica:

1. Fase menstrual (menstruación): se extiende durante 4 o 5 días, en los cuales la membrana mucosa (endometrio progestacional) se desprende y ocurre el sangrado, solo permanece intacta la capa basal. El primer día de la menstruación se entiende como el primer día del ciclo, y el principal factor en el comienzo de la menstruación es la retirada o disminución brusca de la progesterona y del estrógeno.


2. Fase proliferativa o estrogénica: se caracteriza por la gran actividad proliferativa y regeneración del endometrio bajo la estimulación estrogénica, y a partir de los restos epiteliales de las glándulas uterinas presentes en la capa basal. Histológicamente se caracteriza por una hiperplasia.


3. Fase progestacional: se produce por la acción de la progesterona y el estrógeno del cuerpo lúteo. Caracterizada por glándulas que se tornan alargadas y enrolladas las cuales secretan glucógeno y están acompañadas por arteriolas espirales. Durante el proceso de preparación para un posible embarazo, el estroma uterino se vuelve edematoso y las células estromales se hacen hipertróficas (reacción decidual), formándose un endometrio progestacional.

Este se ha regenerado y las zonas funcionales (basal, esponjosa y compacta) se pueden distinguir con facilidad. Histológicamente ocurre una hipertrofia.
Las células granulosas y tecales en cooperación producen estrógenos, que a su vez provocan:

1. Que el endometrio entre en la fase proliferativa o folicular.

2. Fluidez del moco cervical para permitir el fácil pasaje de los espermatozoides.

3. Estimula a la hipófisis para la secreción de LH; a mediados del ciclo se produce un incremento de esta hormona, con la cual:

a) Se eleva las concentraciones del factor promotor de la maduración, dando lugar a que los ovocitos completen la meiosis I e inicien la meiosis II.

b) Se estimula la producción de progesterona por las células estromales foliculares (luteinización).

c) Se efectúa la ruptura folicular y la ovulación.

4. Fase isquémica: si el ovocito no es fecundado, el cuerpo lúteo degenera, el efecto de la progesterona disminuye, la capa vascular se contrae, se torna pálida; luego los vasos se dilatan y aparecen zonas de hemorragia que aumentan y ocasionan la menstruación. En otros libros se considera como el comienzo de la fase menstrual.




Ovulación
Es la expulsión, desde el interior del ovario, del ovocito II a punto de madurar, por la ruptura del folículo. En los días que preceden a la ovulación, y bajo la influencia de la FSH y la LH, el folículo de De Graaf crece muy rápido hasta un diámetro de 15 mm. Con el desarrollo final del folículo, el ovocito primario que se ha mantenido en estado de diploteno, reanuda y termina la primera división meiótica, mientras tanto, en la superficie del ovario comienza a formarse localmente una protuberancia que hace relieve sobre esta, su ápice se hace avascular, lo que se denomina el estigma.


La alta concentración de LH incrementa la actividad de la colagenasa, resultando la digestión de las fibras colágenas que rodean al folículo. Las cantidades de prostaglandinas también aumentan en respuesta a la hormona LH y causan contracciones musculares locales en la pared del ovario las que contribuyen a expulsar al ovocito junto a las células de la granulosa, provenientes del cúmulo oóforos que lo rodea; de esta manera se libera y flota fuera del ovario (Fig. 2). La ruptura folicular se debe más a la necrobiosis que a la presión, aunque ambos factores influyen.



La ovulación comienza con la pubertad y cesa en la menopausia. Es el resultado de un proceso cíclico que se repite aproximadamente cada 28 días, aunque puede fluctuar entre los 25 y 31 días. En los ciclos regulares de 28 días, la ovulación se puede producir a los 14 ± 2 días, después del comienzo de la última menstruación.

Las pruebas indirectas para la detección de la ovulación incluyen:


1. Biopsia endometrial: presencia de un endometrio secretor.

2. Frotis vaginal: aumento de la conificación epitelial.

3. Ultrasonido: aumento del tamaño folicular.

4. Moco cervical: fluido y profuso antes de la ovulación.

5. El análisis hormonal se considera el método más fiable para predecir la ovulación, particularmente un incremento de la LH en orina, el cual precede a la ovulación entre 24 y 36 h.



Cuerpo amarillo


Después de la ovulación, en los restos del folículo ovárico roto, las células granulosas que permanecen en su pared, junto con las de la teca interna se convierten en células luteínicas; en esta nueva estructura se observa además, una notable vascularización.


Las células luteínicas, bajo la influencia de la LH, presentan un pigmento amarillento originando el cuerpo amarillo o lúteo (Corpus Luteum) (Fig. 2.); convirtiéndose en una glándula endocrina temporal que produce progesterona. Por acción de esta hormona y de las hormonas estrogénicas, la mucosa uterina entra en la fase secretora o progestacional, que la prepara para la posible implantación y mantenimiento del embrión.


En el cuerpo amarillo, algunas células pequeñas provenientes de la teca (células paraluteínicas), producen estrógeno. Si no ocurre la fecundación, el cuerpo amarrillo degenera en unas dos semanas y se denomina cuerpo amarillo de la menstruación.

Si la fecundación tiene lugar, entonces se forma el cuerpo amarrillo del embarazo que se caracteriza por su gran tamaño. Permanece funcional por varias semanas y, después, desaparece lentamente hacia el sexto mes. Esta glándula es estimulada por la actividad luteotrópica proveniente de la hipófisis y del embrión, gonadotropina coriónica humana (HCG), y produce la progesterona para el mantenimiento del embarazo; siendo luego reemplazado en esta función por la placenta.


Figura 1. Ciclo ovárico y su regulación hormonal. Estrógenos



 Figura 2. Ciclo menstrual y su regulación hormonal.
















Actividad:
Lea e interprete el siguiente gráfico:







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